Los ladrones disfrazados de comerciantes y sus cómplices en Venezuela
Rubén
Alexis Hernández
A
la grave crisis socioeconómica de Venezuela en los últimos años, se ha sumado
lo generado por la semiparalización de la economía nacional y mundial debido
a la supuesta gravedad de la pandemia de
COVID-19 para la salud de la humanidad entera. La inflación se ha disparado
hasta la estratósfera, y la miseria, el hambre y la desnutrición castigan con
todo a millones de venezolanos. Queda demostrado, nuevamente, que las
consecuencias derivadas de catástrofes de diverso tipo, recaen en primer lugar
sobre los hombros de los pobres, tanto asalariados como desempleados.
Una
vez más numerosos productores y distribuidores de diferentes rubros, hacen su
agosto en medio de una situación tan difícil para la existencia de la vida
relativamente normal de millones de ciudadanos en la nación suramericana.
Saltan a la escena los ladrones disfrazados de comerciantes para asaltar día
tras día y de forma descarada y frontal a los consumidores, evidenciándose en
definitiva que el capital no conoce de solidaridad y mucho menos de humanidad,
y por tanto los capitalistas consideran que sus negocios importan más que
cualquier cosa, incluso más que la misma muerte; para los ricos y los
aspirantes a serlo, las tragedias “naturales”, biológicas, sociales, económicas,
bélicas y de otras índoles, son simples oportunidades de oro para el aumento
importante de ingresos por distintos conceptos.
Y
como era de esperarse, los ladrones
disfrazados de comerciantes cuentan con el apoyo-complicidad abierta de las
élites política, social y policial-militar en Venezuela, empezando por el
Gobierno “revolucionario”, que acordó con los capitalistas nacionales los
precios de algunos alimentos, con que se roba ahorita a millones de pobres y
miserables. De nueva cuenta la delincuencia de élite arremete contra el pueblo
común, como si fuera poco el sufrimiento padecido por los hambrientos durante
la existencia de la seudodemocracia, denominada hoy día como socialismo del
siglo XXI. Por cierto que la administración de Maduro en este contexto, viola
abiertamente el artículo 91 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, teniendo en cuenta que el salario mínimo en Venezuela ni se acerca
al costo de la Canasta Básica. Así que con los comerciantes haciendo de las
suyas, y con sueldos de hambre, la están pasando “muy bien” numerosos
venezolanos, que a duras penas deben conformarse cada cierto tiempo con la
venta de la comida subsidiada vía CLAP, cada vez más limitada en cuanto a la
cantidad y la variedad de los alimentos ofertados.
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