El robo por hambre se multiplica
Rubén
Alexis Hernández
La
difícil situación económica venezolana hunde cada vez más en la miseria a
millones de ciudadanos, mal alimentados debido al altísimo costo de buena parte
de los alimentos, en especial de los que aportan gran cantidad de proteínas y
carbohidratos. El hambre aprieta duramente el estómago y desalienta día a día,
y debido a esto se han visto multiplicados los robos de alimentos de todo tipo
en Venezuela, incluidos los de animales vivos como reses, puercos, caballos,
gallinas, pollos y otros. La crisis incluso ha impulsado a personas
anteriormente honradas a saquear y robar para poder medio sustentar a sus hijos
pequeños, familiares discapacitados y ancianos ya desnutridos o cercanos a esa
condición.
Ahora
bien, ciertamente el robo es un delito sin atenuante de acuerdo a la justicia burguesa
imperante en el mundo entero, incluida Venezuela, pero, ¿cómo reprobar el robo
por hambre en medio de un contexto económico terrible para la mayoría de la
población?, ¿cómo no justificar el robo por hambre cuando los peores
delincuentes-ladrones son los dirigentes políticos corruptos, la élite militar,
los banqueros y grandes industriales, comerciantes y productores agropecuarios,
y éstos jamás son castigados por la justicia?, ¿cómo condenar a quien roba
frutas, pan, verduras y otros alimentos, considerando que los delitos
económicos cometidos por los poderosos no son siquiera investigados por el
sistema judicial?
El
robo por hambre se multiplica en la Venezuela hundida por una gran deuda
externa, la hiperinflación, la quiebra del aparato productivo estatal, la
megadependencia y la cada vez menor disposición de recursos para la inversión
social, particularmente en lo relativo al subsidio alimentario. El robo por
hambre es una respuesta desesperada pero justificada de millones de venezolanos
ante el proceder delincuencial del sector empresarial, incluidos algunos
pequeños comerciantes, que venden a como les da la gana. Irónicamente estos
delincuentes disfrazados de comerciantes, tanto del sector público como del
sector privado, exigen todo el peso de la ley para los ladrones de alimentos, pero
ellos, que son peores rateros, son tratados con guante de seda por la justicia.
Incluso el robo que cometen los pobres por hambre es casi nada en comparación
con la estafa a la nación llevada a cabo por las podridas élites política y
militar, quienes son tan cínicas que continúan exigiendo lealtad popular a la
seudodemocracia excluyente y hambreadora.
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