Vida de indigente
Rubén
Alexis Hernández
Aunque cueste creerlo, en una nación con abundantes riquezas naturales como Venezuela el típico asalariado vive prácticamente como
un indigente debido a la hiperinflación y al mísero ingreso, tanto en el sector
público como en el privado, si bien algo “mejor” en este último. O mejor dicho,
sobrevive con una pequeña colaboración
exageradamente llamada salario, que a duras penas le alcanza para adquirir
algunos alimentos y poco más, y en general le impide tener cierta calidad de
vida. De manera que explotado y humillado con el pago de “sueldos” muy
inferiores al costo de la canasta básica, el empleado promedio venezolano, en
situación de gran pobreza o de miseria, ya no es capaz de atender sus propias
necesidades esenciales, menos las de sus familiares a cargo, y solo aquellos
que cuentan con varias fuentes de ingreso por diferentes conceptos pueden vivir
con cierta dignidad en el país suramericano.
En
tal contexto no es raro observar en los espacios públicos de numerosas ciudades
venezolanas a trabajadores dependientes recibiendo bocados de ciertas personas
y organizaciones caritativas, e incluso no son pocos aquellos que ya buscan alimentos
en la basura, como si fueran personas en situación de calle, en la total
miseria. A esto se ha llegado en Venezuela, ahora en medio de la pandemia por
COVID-19, que por cierto es la excusa de turno del Gobierno “revolucionario y
socialista” para no hacer referencia a las condiciones laborales y salariales
de los empleados venezolanos. Y a lo de la COVID-19 se unen los bloqueos y
sanciones internacionales, para que las autoridades en Venezuela se laven las
manos completamente respecto al lamentable estado de millones de asalariados;
en este sentido con la violación e incumplimiento descarados del artículo 91 de
la constitución, que establece un salario mínimo digno para los trabajadores
dependientes, se nota claramente que a las élites política y económica importa
nada el bienestar de la mayoría en la nación caribeña.
Claro
está que la indiferencia de dichas élites respecto a la condición miserable de
los asalariados en Venezuela, parte de su mentalidad dominante y excluyente, y
del hecho obvio de que viven en la opulencia (burgueses), protegidos de las
catastróficas consecuencias socioeconómicas derivadas de factores como los bloqueos,
las sanciones, el pago de la enorme deuda externa y la semiparalización
económica, exacerbada por la pandemia por coronavirus. Incluso por parte de
altos funcionarios gubernamentales se llegó al extremo de considerar que las
reclamaciones salariales y laborales son ilógicas y contraproducentes, debido a
la complicada situación país. Ah, ¡pero qué fácil es pedir sacrificios a los
trabajadores dependientes cuando están cubiertas con creces las necesidades
básicas, tal como en los casos de
ministros, gobernadores y alcaldes dizque socialistas¡ ¡Qué fácil es ignorar la
temática salarial y laboral, cuando quienes lo hacen se ubican en una especie
de zona de confort, alejada del socialismo que con ahínco vociferan y promueven¡
¡Hipócritas todos esos dirigentes políticos que aseguran actuar en favor de los
trabajadores-pobres, pero sólo velan por sus propios intereses¡
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