¿Morir de hambre o por una bala?
Rubén
Alexis Hernández
A
estas alturas, con la enorme desgracia que ha caído sobre Venezuela, que afecta
terriblemente a millones de pobres y miserables, no se entiende la falta de una
reacción popular masiva-enérgica contra las élites venezolanas y en general
contra el Statu Quo, para cuya protección en medio de la pandemia por COVID-19
y el consecuente confinamiento, se han ejecutado medidas nefastas para la
economía de los necesitados, en especial de los asalariados y pequeños
empresarios. Es así que en el marco de una gigantesca deuda externa, bloqueos y sanciones internacionales, con un
sector petrolero prácticamente quebrado, con un extractivismo minero poco
rentable para las arcas de Venezuela y con unos ramos agropecuario e industrial
internos sin la suficiente productividad, la calidad de vida de un alto
porcentaje de la población se deteriora aceleradamente, y es que en el proceso
los ingresos son cada vez más bajos, hay una continua elevación de los costos
de los alimentos, de las medicinas y de otros rubros esenciales, y hay un total
estado de indefensión. Entonces, ¿hay o no hay razones para protestar masivamente
en Venezuela en pro de una mejor calidad de vida?, ¿acaso la dirigencia política
pasa necesidades en el país caribeño, incluida la dizque revolucionaria, que
pide sacrificio y paciencia a los hambrientos y desesperados?
Haciendo
referencia a los ingresos, adviértase que los “salarios” de hambre de la mayoría
de los venezolanos no son para nada bien compensados por los conocidos bonos,
que de igual manera son muy bajos, aunque desde el Gobierno nacional se intente
convencer a los asalariados, en especial los del sector público y aquellos de
los sectores privados pequeño y mediano, que dichas bonificaciones y otros
mecanismos sí compensan lo generado en el paupérrimo ámbito salarial-laboral. De
aquí se desprende en parte la necesidad urgente de salir a las calles, en un
momento en que la desesperación por el hambre y la incapacidad de satisfacer
distintas necesidades básicas, afecta demasiado a millones de seres en lo
material y en lo anímico-espiritual. Por desgracia muchos parecen estar
esperando que algunos líderes políticos conocidos convoquen a un estallido
social contra la administración de Maduro, o creen que llegará una especie de
Mesías político a salvar a los ciudadanos comunes de Venezuela. Quienes así
piensan no tienen en cuenta que la dirigencia dizque opositora al Gobierno
nacional se encuentra en una zona de confort, e incluso en buena parte reside
en ciudades tan lejanas de Venezuela como Nueva York y Madrid, y no sufre como
sí lo hacemos quienes vivimos el día a día en territorio venezolano, más allá
de que esa dirigencia haga continuos llamados para salir de la administración
“revolucionaria”, todos vía online. Al fin y al cabo son élite y necesitan
preservar el Statu Quo capitalista al lado de sus “enemigos” chavistas-maduristas.
Es
evidente, por tanto, que los venezolanos de a pie deben reaccionar de forma
espontánea, sin esperar ni la intervención de la élite política ni la
intervención de la Divina Providencia o algo por el estilo. Ciertamente no se
haría esperar la sangrienta represión policial y militar en defensa de la
seudodemocracia y del Estado burgués, pero habría que preguntarse, ¿hasta
cuándo tolerar la complicada situación?, ¿si hay que dar la vida no sería mejor
hacerlo mientras se lucha por una Venezuela y un mundo mejor para los de abajo,
que morir de hambre quedándose de brazos cruzados?
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