200 años después
Rubén
Alexis Hernández
200
años han transcurrido desde que se llevó a cabo la trascendental batalla de
Carabobo (24 de junio de 1821), evento que a todas luces constituyó un punto de
inflexión para la Venezuela de aquel tiempo, caracterizado, entre otros
aspectos, por el progresivo declive del dominio español en América. Sin duda un
acontecimiento clave no solo para la independencia venezolana, sino para la del
resto del territorio suramericano controlado por la monarquía española;
numerosos patriotas murieron ese día en nombre de la libertad, y así aportaron
su grano de arena a la formación de la República de Venezuela.
Ahora
bien, 200 años luego de que la sabana de Carabobo fuera testigo del enfrentamiento
más importante entre criollos y realistas en lo que hoy es Venezuela, está
lejos de alcanzarse la independencia en la patria de Simón Bolívar, en especial
desde el punto de vista económico, siendo subyugada por al menos 3 potencias:
Estados Unidos, (a pesar de la reducción notable de los vínculos comerciales),
China y Rusia. La dirigencia política venezolana, incluida la dizque socialista,
se encuentra totalmente de rodillas ante poderosos intereses foráneos, y
prácticamente está entregando el país a las corporaciones globales, por medio
de la explotación del Arco Minero del Orinoco y la controversial operatividad
de las Zonas Económicas Especiales, por ejemplo. Aún así, buena parte del
pueblo de Venezuela celebra el bicentenario de Carabobo por todo lo alto. Una conmemoración
que además de contradictoria por la condición de megadependencia actual de la
nación caribeña, parece una especie de mal chiste en el marco de su complicado
panorama socioeconómico, en el que destaca un aumento dramático del desempleo,
de la pobreza y de la miseria, exacerbado por la pandemia de COVID-19 que azota
al mundo desde el 2020.
De
manera que 200 años después de Carabobo no hay nada que celebrar en suelo
venezolano. Si bien en 1821 aún no se lograba la independencia política y la
pobreza y miseria en lo que hoy es Venezuela eran muy elevadas, como parte de
las terribles consecuencias sociales, económicas, paisajísticas, sanitarias y
demográficas de las campañas militares sangrientas y devastadoras enmarcadas en
la contienda independentista, entre ellas la guerra a muerte, también es cierto que la dirigencia luchaba de
forma contundente por la libertad y con ello proyectaba un porvenir positivo
para la mayoría de la sociedad (al menos en teoría). Mientras que la única “lucha”
de las élites venezolanas de hoy, es la de hacer negocios de manera
desventajosa con grandes empresas, importándoles un comino la independencia, la
soberanía y el sufrimiento de millones de seres hundidos en la pobreza, la
miseria y la desesperanza.
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