Los desechables pululan en la plaza Bolívar de Mérida
Rubén
Alexis Hernández
Es
bien conocido que Simón Bolívar fue uno de los personajes que lideró la guerra
de independencia venezolana, y por tanto su papel en la formación republicana
de Venezuela y de otros países del continente americano, es incuestionable. No
obstante, en algunas plazas erigidas en su honor en la nación caribeña, pululan
lacras de día y de noche, desechables que en su vida han “luchado” solamente
por robar y hacer el mayor daño posible a los ciudadanos que circulan por esos
espacios, y por estar permanentemente bajo los efectos de diversas drogas, que
adquieren gracias al despojo violento. Aunque no se crea, el actual Gobierno de
Venezuela, cuyos voceros nombran a Bolívar a cada instante, ha permitido que la
delincuencia común desechable prospere con total impunidad, en unos lugares que
se supone deben honrar a un personaje importante para la historia contemporánea
venezolana. Claro que no podía esperarse algo diferente en este sentido, teniendo
en cuenta un contexto general enmarcado por la ineficiencia, la corrupción, el
estado de indefensión, la desintegración social y la deshumanización reinantes,
como consecuencia en parte de ciertos factores externos e internos, como el
manejo nefasto de la pandemia por COVID-19.
En
el caso de la plaza Bolívar de la ciudad de Mérida, los desechables vienen
haciendo de las suyas hasta más no poder, convirtiendo al espacio en cuestión
en una especie de coto de robo y de microtráfico de drogas, incluso durante el
día. De manera que Simón Bolívar, a quien durante su primera visita a la ciudad
andina en 1813, se le recibió con beneplácito y entregó una importante ayuda logística y
monetaria de cara a la lucha independentista, ahora es testigo atónito de la
brutalidad con que actúan unas cuantas escorias (drogadictos en su mayoría) contra
los ciudadanos que recorren y visitan su plaza, y de la clara presencia de
individuos de baja ralea, de jíbaros y de prostitutas que valiéndose de su
oficio, cometen distintos delitos. Lo peor de esta situación es que las
autoridades estadales y municipales hacen prácticamente nada para erradicar a
los desechables de la principal plaza de Mérida, transformada en un antro a
cielo abierto ubicado precisamente al frente de las sedes de la gobernación y
del Consejo Legislativo de la entidad homónima.
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