Para extorsionar sí es eficiente la Policía Nacional Bolivariana
Rubén Alexis Hernández
Hace
algunas semanas quien esto escribe fue víctima de un robo a mano armada (de un
celular), cortesía de un peligroso individuo sumamente alterado, quizá debido
al consumo de drogas legales e ilegales. Posiblemente por ingenuidad acudí a la
Policía Nacional Bolivariana a denunciar lo sucedido, con la esperanza de
recuperar el teléfono celular. Denuncia que hice en vano, considerando que los
funcionarios que oyeron mi declaración, tajantemente advirtieron que sin la
evidencia ni testigos no podían
proceder; obviamente no había evidencia porque el individuo se llevó el
celular, y además no hubo testigos más que mi persona. De manera que los policías
dieron a entender que no hubo un robo porque no hubo evidencias ni testigos
¡Vaya¡
Ahora
bien, la inacción y desidia de la Policía Nacional Bolivariana respecto al caso
relatado en el párrafo anterior pudieran parecer sorpresivos, pero en realidad
tanto dicha institución como el resto de cuerpos armados regulares en el mundo
entero, jamás han servido y protegido a la mayoría, sino a los intereses de las
élites. Salvo honrosas excepciones, policías, guardias, soldados y otros
funcionarios armados, no son sino delincuentes amparados por los Estados y su
monopolio de la violencia legítima. Delincuentes al servicio de los poderosos
que controlan cada Estado en el planeta,
para quienes cumplen la importante labor de mantener la estabilidad
social a toda costa, incluso a sangre y fuego. Delincuentes que toda la vida
han reprimido, torturado, asesinado, desaparecido y aterrorizado a las masas,
para garantizar el dominio permanente de las élites, especialmente durante las
protestas, rebeliones y conflictos bélicos civiles e internacionales.
Y
así como los funcionarios armados (salvo excepciones), han incurrido en todo
tipo de acciones inmorales, sucias, sangrientas y barbáricas en su servicio a
las élites, así mismo han cometido numerosos delitos para satisfacer sus
propias necesidades y proteger sus intereses. No es un secreto que funcionarios
de la Policía Nacional Bolivariana, por ejemplo, extorsionan, ‘bachaquean’,
roban a mano armada, contrabandean, secuestran y venden drogas para lucrarse. Y
de todos estos delitos el más notorio es la extorsión, considerando que de
manera descarada, incluso a plena luz del día, se ha observado a policías
“bolivarianos” amenazar a comerciantes y
a propietarios de vehículos para que les entreguen cierta cantidad de dinero.
En el caso de la ciudad de Mérida, en la zona de Las Heroínas, donde se ubica
el Sistema Teleférico Mukumbarí, algunos funcionarios extorsionan masivamente
de día y de noche, en especial durante las temporadas turísticas.
Entonces
la Policía Nacional Bolivariana para cometer delitos como la extorsión sí es
eficiente, mientras que para servir y proteger al ciudadano común es inútil. Sí
no hay grandes cantidades de dinero y otros intereses poderosos a la vista, los
policías no hacen más que dejar que pase el tiempo. Que el hampa común,
organizada y de élite a escala mundial perjudique a casi toda la humanidad día
tras día, no es problema de los cuerpos armados al servicio de los Estados;
lógicamente la Policía Nacional Bolivariana no podía ser la excepción.
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