¿Qué pasa realmente con la electricidad en Venezuela?
Rubén Alexis Hernández
Tras
la prolongada interrupción, en marzo de 2019, del servicio eléctrico en casi
toda Venezuela, que dejó en vilo a millones de ciudadanos, mucho se ha
comentado sobre la causa o las causas de tan peligrosa situación, incluso para
la seguridad poblacional y la estabilidad del país. Por el lado del Gobierno
nacional inmediatamente se alertó sobre un ataque cibernético o hackeo desde
Estados Unidos; algunos advierten de la insuficiente generación de electricidad, y la falta de mantenimiento de equipos
necesarios para garantizar el buen funcionamiento del sistema eléctrico
interconectado y de los complejos hidroeléctricos y termoeléctricos a nivel
regional; y otros simplemente hacen referencia a la ineficiencia de los servicios básicos estatales, a diferencia de lo que supuestamente ocurre con los servicios prestados
por empresas privadas.
Ahora
bien, a la luz del actual contexto nacional crítico, caracterizado entre otras
cosas por disponer de un PIB cada vez menor, y por las sanciones, bloqueos y
amenazas por parte de potencias externas sobre Venezuela, que han dejado a la
nación suramericana con pocas opciones para obtener las divisas suficientes e importar lo que sea, es evidente que el mantenimiento y operatividad óptima del sistema eléctrico también han sido afectados. A esto hay que agregar la desidia, el deficiente manejo administrativo y la corrupción reinantes en diversos sectores de la vida pública, a los que el
sector eléctrico no ha escapado; en este sentido es inconcebible que los
escasos recursos disponibles sean desviados por algunos sujetos con autoridad, que han hecho de la ineficiencia, la deshonestidad y la codicia, su estilo de vida laboral.
Lo
comentado en el párrafo anterior da pie para hacer un paréntesis y preguntarse
si la corrupción y la desidia son delitos-vicios-deficiencias
necesariamente inherentes a las instituciones públicas, tal como asumen
fervientemente los defensores de que prácticamente todo pertenezca
al ámbito privado-capitalista. Y estos individuos se equivocan, pues si en una institución
pública no se manejan abundantes
recursos, no significa per se que no haya la voluntad, la capacidad, la ética, la disciplina, la motivación y el deseo para
que todo funcione bien, y mucho menos significa que haya corrupción, dilapidándose
el escaso dinero disponible. Un ejemplo de ello lo tenemos en el criadero de
perros mucuchíes en Mérida (perro típico de Venezuela por decreto oficial en
1964), adscrito a la Fundación Misión Nevado, institución estatal dedicada al
cuidado y bienestar de animales en situación de riesgo. En dicho criadero tanto
la coordinadora como el analista, ayudante de la primera en la parte
administrativa, han hecho un trabajo intachable, a pesar del insuficiente apoyo
logístico y financiero por parte de la sede administrativa en Caracas. Destáquese
por un lado que la coordinadora ha
tenido que recurrir a la autogestión (vendiendo sacos vacíos de alimento, por
ejemplo) e incluso aportar recursos de su propio bolsillo para solventar
algunas carencias en el criadero en cuestión, confesando que esto último lo hace fundamentalmente por el
amor que tiene a los perritos que hacen vida allí. Mientras que por otro lado
el analista se ha destacado por su probidad, cuidando celosamente el alimento,
las medicinas y otros insumos necesarios para el bienestar de los ejemplares
caninos. Más aún, éste ha rechazado dinero y otras cosas, ofrecidos a cambio de
perrarina y medicinas. Entonces, ¿puede una institución pública ser eficiente y
libre de corrupción? La respuesta es un rotundo sí, y el servicio de electricidad
estatal en Venezuela sería de mejor calidad si contara con una mayoría de
funcionarios profesionales y honestos.
Y
en cuanto a un posible ataque cibernético o hackeo de la red computarizada del
sistema eléctrico interconectado de Venezuela, pues ciertamente es algo que puede darse, considerando que todo aquello que dependa de una o más computadoras conectadas a Internet es susceptible de hackeo en cualquier rincón del mundo, desde lo más
privado en los hogares, hasta las complejas redes gubernamentales. Y evidentemente
una potencia como Estados Unidos ha utilizado la violencia informática como una
herramienta más para mantener su dominio
global y vigilar sus intereses. Desde el espionaje hasta la
destrucción de sistemas de redes civiles y militares, el Imperio norteamericano
ha tenido como importantes aliadad a las tecnologías de la información y
comunicación más avanzadas. Ahora bien, debido a que la red interconectada eléctrica
en Venezuela ha presentado serias dificultades técnicas en los últimos años, es
difícil creer que la causa del gran apagón fuera solamente un hipotético ataque cibernético
desde Estados Unidos, más allá de que el águila imperial ha estado
interviniendo de manera descarada en los asuntos internos de la nación
suramericana.
En resumen, algunos factores internos y externos han sido los causantes de los apagones de los últimos años y de la prolongada interrupción del servicio eléctrico de marzo de 2019, y continuarán generando interrupciones planificadas (racionamientos) y no planificadas de gran magnitud, con terribles consecuencias para una Venezuela hundida en una crisis socioeconómica cada vez peor.
En resumen, algunos factores internos y externos han sido los causantes de los apagones de los últimos años y de la prolongada interrupción del servicio eléctrico de marzo de 2019, y continuarán generando interrupciones planificadas (racionamientos) y no planificadas de gran magnitud, con terribles consecuencias para una Venezuela hundida en una crisis socioeconómica cada vez peor.
Comentarios
Publicar un comentario