¡El sueldo mínimo más bajo del planeta¡
Rubén
Alexis Hernández
Es
triste asumirlo, pero el sueldo mínimo más bajo del planeta lo tenemos nada más
y nada menos que en Venezuela, que irónicamente es la nación con más riquezas
energéticas y minerales del mundo. Hoy estamos, como pocas veces en la
historia, en el ojo del huracán de una compleja pugna de intereses
interimperialistas, que codician con todas las ganas a la joya de la Corona suramericana, a tal punto que incluso pudiera desencadenarse un conflicto
bélico de alcance global. En este sentido aseguran algunos que Venezuela será
el epicentro de la III guerra mundial, o
de la IV, pero ciertamente lo que está en juego parece que desembocará de forma
inexorable en un masivo derramamiento de sangre en el orbe. Y como otras veces
en la historia, se concluye que Venezuela es un pobre país rico, con miserables
a granel mientras que en una minoría del sector público y del sector privado se
concentran los ingresos del comercio exterior e interior.
Ricos
en petróleo, gas natural, oro, diamantes, hierro y pare de contar, y no
obstante Venezuela padece una terrible crisis socioeconómica, caracterizada
entre otros aspectos por el aumento progresivo de la pobreza y la miseria,
producto de la cancelación de sueldos ridículos a millones de empleados, o más
bien subempleados. Considerando además la semiparalización económica a raíz de
la pandemia por COVID-19, resulta que el salario mínimo a duras penas asciende
¡a unos 4 dólares¡. Sí amigo lector, no leyó mal, 4 dólares es el sueldo mínimo
en Venezuela, dinero con el que se puede adquirir solamente una harina de maíz,
un cartón de huevos y algunas frutas debido a la hiperinflación. Evidentemente
no nos alimentamos bien, ni podemos pagar algunos servicios, como el gas
doméstico, cuyo costo está por las nubes (administrado por rateros del sector
público y del sector privado), y menos comprar algún medicamento
básico, como una simple aspirina.
A
lo anterior responderían las autoridades “revolucionarias” que el bajo salario
mínimo es compensado por el pago de bonos vía carnet de la patria, y por la
venta de comida subsidiada vía CLAP. El problema es que estos beneficios (más
bien migajas) no son entregados con regularidad a la gran mayoría del pueblo venezolano,
al menos así es fuera del área metropolitana de Caracas. En el estado Mérida,
por ejemplo, las famosas bolsas o cajas con alimentos subsidiados son vendidas
en algunas zonas hasta con una distancia temporal de 4 meses, y para colmo
contienen cada vez menos productos. Además poco se puede hacer con unos míseros
bonos que no llegan ni a 3 dólares.
También
advertirá el liderazgo dizque socialista de Venezuela, que la guerra económica
contra la nación suramericana con Estados Unidos a la cabeza, ha exigido a
todos un importante sacrificio respecto a la reducción salarial y ciertas
desmejoras laborales, necesario según tal liderazgo para soportar con cierto
éxito los tiempos difíciles presentes y por venir, y para seguir construyendo
el “socialismo” del siglo XXI en plena adversidad. Es verdad que estamos siendo
muy afectados por sanciones y bloqueos internacionales, en el marco de una
dependencia extrema y de la lucha de poderosos intereses por la hegemonía en
América Latina y el mundo en general, pero también es cierto que los
sacrificados en esta situación son los pobres, los ciudadanos comunes, mientras
que la dirigencia gubernamental y el resto de la élite no sufre, y obviamente
no se sacrifica a pesar de la crisis. En el caso de los altos funcionarios
públicos, empezando por Maduro, obtienen ingresos elevados, seguramente en
divisas, lo que garantiza la satisfacción con creces de sus necesidades
materiales. Y si no es así tendrían que estar robando al erario, pero de
cualquier manera ni por asomo se sacrifican dichos funcionarios, tal como sí lo
hacen, obligados, los pobres y miserables en nombre del bienestar de Venezuela.
Qué "nobles socialistas” son todos esos funcionarios públicos, ciudadanos
“humildes” entregados a la causa “revolucionaria”. ¡Vaya¡ No viven ni de cerca toda la tragedia que
ataca diariamente a pobres y miserables, y el ridículo salario mínimo de la
mayoría lo perciben con indiferencia, acción que tal vez explique la violación
descarada del artículo 91 de la constitución venezolana, que en resumen
establece que el sueldo mínimo debe estar en sintonía con el costo de la
canasta básica.
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