El inmoral Jehyson Guzmán pide más paciencia a los indefensos y desesperados

 

Rubén Alexis Hernández

 

Recientemente el protector de Mérida, no porque proteja a los ciudadanos comunes, sino por ser jefe de uno de los protectorados “socialistas” de Venezuela,  advirtió en una entrevista que le fue realizada en una estación radial, que los merideños deben seguir teniendo paciencia ante la muy complicada situación socioeconómica en Venezuela, agravada aún más por la pandemia de COVID-19. Increíble pero cierto, Jehyson Guzmán tuvo la desfachatez y la inmoralidad de pedir más paciencia y sacrificio al pueblo indefenso y desesperado por tantos problemas que nos agobian, entre ellos:

 

1.- El cada vez más elevado costo de la vida, y el consecuente aumento de la pobreza y la miseria, producto de factores externos e internos, algunos de ellos relacionados con el estilo de vida lujoso de la élite política “·revolucionaria”.

 

2.- Los “salarios” van de mal en peor, y a la fecha de escrito este artículo (octubre de 2020) no llega ni a los 2 dólares el mínimo, que no alcanza ni para adquirir ¡2 kilos de harina de maíz¡ A pesar de que la constitución de Venezuela establece un salario mínimo digno para los trabajadores venezolanos, en la nación suramericana tenemos el dudoso honor de percibir el peor sueldo base del planeta.

 

3.- La deficiente prestación de los servicios básicos, tanto los ofrecidos por el sector público como por el sector privado, que además cobra lo que le viene en gana por servicios como la telefonía celular, el internet y el gas doméstico.

 

4.- La poca inversión social en salud y educación, que ha llegado a un nivel tan bajo, que prácticamente han sido privatizadas de hecho, considerando, por ejemplo, que en los hospitales y ambulatorios no hay insumos básicos, y hasta las hojas blancas hay que comprarlas para que nuestros hijos tengan derecho al estudio; además, y con justa razón, numerosos médicos y maestros están abandonando sus funciones, tan mal valoradas. Por cierto, el acceso a internet y la educación virtual en esta época de pandemia no es precisamente algo barato, eso en caso de tener la suerte de contar con un servicio que al menos medio funcione.

 

5.- La notable escasez de gasolina, factor que ha servido de excusa para, entre otras cosas, que los prestatarios del servicio de transporte público urbano y extraurbano hayan subido los costos de los pasajes de forma desproporcionada, inalcanzable por los “salarios” miserables. Por cierto que dicha escasez ocurre en un país que en años anteriores producía  combustible hasta para exportar, y vendido a un precio bien módico. Y si bien esta deficiencia se debe en buena medida a los criminales bloqueos y sanciones internacionales, al robo de activos de PDVSA por Estados Unidos y a la abrupta baja de los precios del petróleo por la pandemia,  la crisis de la estatal  petrolera y su consecuente paralización casi total, también se debe a la ineficiencia y corrupción internas.

 

6.- Las violaciones continuas de los derechos humanos por parte de las fuerzas armadas regulares e irregulares al servicio del Estado, en el marco de las crecientes y justas protestas callejeras por la situación país. Detenciones arbitrarias, torturas, asesinatos y desapariciones forzadas de ciudadanos comunes, tan solo por exigir que haya una mejor situación socioeconómica.

 

Y no obstante el abismo en que se encuentra Venezuela, y la indefensión y desesperación que ha generado zozobra en la mayoría de la ciudadanía en Venezuela, individuos como el dizque protector Jehyson Guzmán aún se atreven a pedir paciencia de cara a la resolución positiva de la tremenda crisis. Un inmoral es ese señor, simple y sencillamente porque si bien hay factores externos que indudablemente han afectado de forma terrible a nuestra economía y calidad de vida en los últimos años, también es cierto que la dirigencia política no padece las mismas penurias del pueblo común, y las autoridades socialistas solo lo son de la boca para afuera como se dice coloquialmente. Guzmán es un inmoral porque: no pasa hambre como la mayoría de los venezolanos hoy día, y tiene un alto nivel de vida material, pues de ninguna manera percibe un miserable “sueldo” como el trabajador promedio; siendo de izquierda como dice ser no se sacrifica como millones de venezolanos, y aún así pide el voto de los pobres y miserables para llegar  a la Asamblea Nacional en las elecciones de diciembre del presente año;  si se enferma él o su familia más cercana no son atendidos por el deficiente sistema público de salud, a menos que sea uno de los privilegiados para los que aparentemente sí funciona dicho sistema;  no tiene que calarse largas filas para surtirse de combustible y para ingresar a los bancos; no tiene que gastar su salario y mucho más para movilizarse en el transporte “público”; y pare de contar. Por cierto Guzmán, usted que tanto defiende la constitución, ¿para cuándo se cumplirá con lo dispuesto en el artículo 91?

 

De manera que a menos que demuestre lo contrario con su realidad cotidiana, Jehyson Guzmán, el “protector” de los merideños, no es más que otro de los dirigentes políticos que en Venezuela solo han servido a sus propios intereses y a la estabilidad de la seudodemocracia o democracia burguesa. Y se evidencia una vez más que la élite política, con diferencias solo en los discursos o en las formas ideológicas, siempre ha sido la misma en el país caribeño y el resto del mundo; élite vinculada al gran capital dentro y fuera de Venezuela, para la que los ciudadanos comunes solamente han servido como tontos útiles, para ser usados, por ejemplo, cada vez que ha habido elecciones a la vista. Es decir que la dirigencia chavista-madurista de hoy es el equivalente de la adeca y copeyana del puntofijismo, y de la liberal y conservadora del siglo XIX. Entonces  se debe entender de una vez por todas que al poder político, sin importar su discurso, jamás le importará erradicar la pobreza ni ayudar en verdad al ciudadano promedio  facilitándole una buena calidad de vida, pues está indisolublemente vinculado con la élite económica. Y en épocas de profundas crisis, como en la actualidad, siempre se ha acentuado esta patética realidad.

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