Las dos realidades socioeconómicas de Venezuela

 

Rubén Alexis Hernández

 

La dirigencia gubernamental (“socialista”), unos cuantos voceros de la supuesta oposición y numerosos individuos conocidos como influencers (personas que influyen en las masas especialmente mediante las redes sociales), aseguran que la situación socioeconómica en Venezuela ha mejorado de forma notable. Increíbles pero ciertos los comentarios al respecto de estos personajes, en plena crisis agravada por las consecuencias variopintas de la pandemia por COVID-19. Adviértase en este sentido, que la pobreza y miseria de millones de venezolanos no ha hecho sino profundizarse, y se nota a simple vista todos los días, desde la molestia profunda de los ciudadanos de a pie por el alto costo de la vida y el estado general de indefensión, hasta el dantesco espectáculo de muchos desafortunados buscando algo de comer en la basura callejera.

 

Ciertamente hay quienes pueden darse el lujo de afirmar que su situación económica es relativamente privilegiada o excelente, pero es una minoría que cree, desde su zona de confort material (logrado no precisamente con trabajo duro y honesto), que Venezuela ha salido de la terrible crisis. Lo peor es que desde las altas esferas políticas, con el apoyo mediático, se intenta hacer creer a buena parte de la opinión pública venezolana e internacional, que en verdad han cambiado las cosas para bien, cuando en realidad es todo lo contrario en el caso de la gran mayoría de la población del país suramericano. Entonces, ¿creen algunos que publicando videos sobre grandes compras de alimentos y de otros rubros en centros comerciales, o hablando o escribiendo un montón de falsedades sobre la verdadera situación de Venezuela, pueden encubrir la tragedia socioeconómica de nuestra nación?, ¿habrá quienes crean que el Gobierno venezolano acabará con la pobreza y miseria en pocos años?

 

Es indudable, por tanto, que hay dos realidades socioeconómicas totalmente opuestas en Venezuela; la de una minoría que vive en la opulencia, en una burbuja material y mental, y la de la inmensa mayoría, cada vez más empobrecida y desilusionada. Los de arriba pueden hacer lo que quieran para intentar reflejar un panorama general casi paradisíaco, pero la cruda verdad supera negativamente con creces al mundo fantástico creado por ellos.

 

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